El pasado viernes asistí a la presentación de un libro que acaba de editar un querido amigo, el Ing. Enrique Baliño. Este libro, titulado con el sugestivo nombre de “No más pálidas”, es un alegato poderoso por la apuesta al optimismo desarrollando lo que, a juicio del autor, son las cuatro claves del éxito en los emprendimientos de diverso tipo que las personas impulsamos a lo largo de la vida.
Tanto el autor como los comentaristas, María Dolores Benavente y Pablo Da Silveira, destacaron la importancia de “cambiar la pisada” de nuestra idiosincrasia predominante a nivel cultural. Señalaron con énfasis y con buen sentido del humor la necesidad de que nuestra sociedad incorpore una “mirada optimista” y proactiva sobre nuestra realidad; señalaron también la importancia de reconocer que el emprendedurismo debe ser valorizado de otra manera y que las apuestas al cambio y a la innovación deben sustituir a las tendencias rutinarias y tediosas que dominan buena parte de nuestra vida en sociedad.
La actitud optimista, el trabajo en grupo, la actitud de mejora continua y el sentido de la responsabilidad son, a juicio de Baliño, las claves para tener éxito en la vida. Pero, enseguida aclara, con gran inteligencia que se refiere no al éxito económico sino a un concepto mucho más amplio y completo del éxito que, en realidad, consiste en la capacidad de realizar y construir lo que uno se propone. Éxito en un sentido profundo, que consiste en la construcción de un destino mejor para uno mismo y para sus semejantes.
En un país como el nuestro, que tradicionalmente ha sido refractario y desconfiado sobre el éxito de cualquiera. En un país que tiende a “igualar hacia abajo” y a desvalorizar los logros de terceros. En un país en el que desde hace muchas décadas ha sido más valorado la obtención de un empleo público inamovible y seguro que la audacia de un emprendedor que busca producir riqueza asumiendo los riesgos de las novedades. En un país como este, es muy valioso e imprescindible que planteos como el de Quique Baliño tengan espacio y reconocimiento.
Estamos convencidos de que el futuro de nuestro país y su mejor destino depende de su capacidad de modificar ciertas pautas culturales que empujan hacia el pesimismo, la hipercrítica y la desconfianza sobre los grandes logros. Es necesario valorar las capacidades de innovación, la energía positiva y la audacia para construir nuevas cosas.
Si miramos hacia atrás parece posible reconocer que, lentamente, nuestra sociedad abre más espacios para estas propuestas desafiantes. Creo que la globalización y la apertura al mundo obligada por la planetariedad de las nuevas tecnologías, la potencia de internet y la irresistible influencia de la información que nos llega por todos lados, ha impactado sobre nuestra aldea abriendo cabezas y mentes a las nuevas oportunidades.
Nuestra gente joven parece tener otra actitud frente al mundo y a la sociedad; pero, al mismo tiempo nuestra sociedad continúa presa de los corporativismos y los favores personales que constituyen las vías rutinarias y conservadoras para obtener ciertas gratificaciones y una concepción equivocada de lo que consideramos éxito.
Es necesario trabajar con energía contra los padrinazgos, contra el clientelismo y contra los corporativismos particularistas para que la sociedad uruguaya viva un auténtico cambio cultural que nos de garantías de un crecimiento sostenido y permita el reconocimiento del valor del ciudadano de a pie, del hombre común.
Hay razones para ser optimistas. Una de ellas es que exista gente como Quique Baliño reflexionando y aportando su entusiasmo para construir una sociedad mejor.
Pablo Mieres para Diario Cambio
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