Por Carlos Pacheco
Nos acercamos a la Noche de la Nostalgia en Uruguay. Es mañana, 24 de agosto. Hay quienes dicen que es algo típico de los uruguayos, que prefieren hablar del pasado, del triunfo en Maracaná, de los años de la Suiza de América, en lugar de hablar de lo que se viene, de hacer una fiesta que celebre el futuro, no el pasado.
Pero no hay blancos y negros. Todo puede ser positivo, incluso la nostalgia, según el lente con que se mire.
Por ejemplo, Joaquín Sabina, el cantante español, tiene una mirada muy particular sobre la nostalgia. En la canción “Con la frente marchita”, en la que recuerda un amor en Buenos Aires, en una frase, de gran belleza poética, sintetizó lo peor de la nostalgia, cuando dijo “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”.
Vivir añorando el pasado, sintiendo que allí estuvo lo mejor, ya es de por sí triste. Pero añorar algo que no pasó, un sueño que tuvimos y que ya no tenemos, lo que pudo ser y no fue, lo deseado y no vivido, es aún más triste.
En una entrevista realizada por Radio RCN años atrás, Sabina dijo “No añoro absolutamente nada del pasado, lo que añoro es un futuro mejor para mí y para mis hijas”. Luego agregó: “Nunca he tenido días normales, siempre hay un poema que exhibir, una canción que cantar o un amigo al que volver a abrazar. Yo tengo nostalgia del futuro, no del pasado”.
Esta forma de nostalgia, que no es un retroceso hacia los momentos gloriosos del pasado, sino que es una actitud activa hacia los momentos gloriosos que viviremos en el futuro, es lo que algunos llaman nostalgia del futuro. “No hay nostalgia mejor”, se podría decir parafraseando a Sabina rompiendo la rima , “que añorar lo que vendrá”.
Imagen: Joaquín Sabina en Feria del Libro de Madrid (2007, foto Mr. Tickle, Creative Commons)
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