Uno de los atributos que caracterizan a los optimistas es que el hoy se conoce como “resiliencia”. La expresión y el significado de resiliencia fue “tomado prestado” por la psicología positiva de la física y la ingeniería civil. En estas disciplinas se usa para definir la capacidad de un material para recuperar su forma original luego de ser sometida a fuerzas deformadoras.
El Institute on Child Resilience and Family define la resiliencia como la “habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva”.
Según Suniya S. Luthar, de la Universidad de Columbia, “la resiliencia es un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad”.
“La vida causa los mismos reveses y tragedias en el optimista que en el pesimista”, señaló el psicólogo Martin Seligman en su libro Learned Optimism, “pero el optimista los capea mejor. Lo que hemos visto es que el optimista se recupera del fracaso y aunque su vida haya empeorado, se levanta y comienza nuevamente. El pesimista se rinde y cae en la depresión. El optimista, gracias a su resiliencia, logra más en el trabajo, en los estudios y en el campo de juego. El optimista tiene mejor salud física y vive más. Los estadounidenses quieren que los lideren los optimistas”.
“Luego de siete años de experimentos”, escribió Seligman, “nos queda claro que el atributo de la resiliencia no es un misterio. No es algo innato; puede ser adquirido”.
Foto: “Keep smiiling”, de Roshan Raj (Creative Commons)
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La resiliencia es un aprendizaje, es aprender a jugar el juego de la vida, es no rendirse y seguir adelante.