Por Fernanda Fontes
Los comentarios luego del decisivo partido ganado por Uruguay ante Inglaterra continúan.
Fue un partido por demás cargado de significado.
Lo urgente: era ganar para tener posibilidades de avanzar en el fixture de la FIFA.
Lo histórico: Uruguay hacia 40 años que no le ganaba a un equipo europeo en una copa del mundo.
Lo incierto: el regreso a la cancha de Luis Suárez, 27 días después de su intervención de rodilla, con toda la carga emotiva, con toda la presión y con toda la responsabilidad que eso implicaba.
Lo emotivo: lo vivido por más de 3 millones de uruguayos.
Lo mágico: ver al equipo dejar la vida en la cancha en cada jugada. No nos olvidemos de la escena que nos conmovió a todos, cuando vimos a “Palito” Pereira desobedecer la orden del Dr. Pan y elegir quedarse dentro de la cancha. O ver a Lodeiro trancar desde el piso una pelota con su propia cabeza.
Pero para mí lo más gratificante de todo lo vivido es ver lo importante de tener un “buen líder en la cima” para que este tipo de cosas pasen. Hablo del Maestro Washington Tabarez, desde afuera de la cancha.
Pero también hablo de Suárez, o de Cavani, desde adentro de la cancha.
En este proceso, en este equipo, no existen “divos” ni “engreídos”.
Este seleccionado de futbolistas uruguayos entendió de qué se trata el “trabajo de equipo”, y resulta así, porque de arriba para abajo se olfatea “humildad”.
Y es por eso que me reconfortó leer el artículo que escribió Jorge Valdano (ex jugador y director técnico argentino y ex directivo del Real Madrid) que en su columna del diario “El País” de Madrid destacaba lo mismo que yo había observado.
El escribe en su artículo:
“Maravilla ver que el primer país en conocer la gloria futbolística, sea el último en perder la humildad”.
Se da porque el Maestro Tabarez es así, y “enseña lo que sabe pero contagia lo que es”. Él no toleraría los egos desbordados, ni los protagonismos desmedidos.
Esta comunidad de jugadores transmite comunión y vive las actitudes que llevan al éxito: creen en sí mismos, trabajan en equipo, son responsables y apuestan a la mejora continua. Son auténticos, juegan a lo Uruguay y no copian recetas de los demás.
Artículos relacionados:
Diego Forlán y la actitud de mejora continua
Los cinco atributos de un líder con inteligencia emocional
Imagen: Óscar Washington Tábarez (Creative Commons, mayo 2012)
Suscríbete para recibir más contenido Anti-Pálidas a tu inbox.
Comments
Loading…