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Tony Pacheco y la búsqueda de la varita mágica

 

Por Carlos Pacheco 

“Yo soy de Nacional …pero hoy por mis hermanos y mis sobrinos fui de Peñarol. Mejor dicho, hoy fui de Antonio Pacheco, porque además de los 3 goles, lo que me emocionó fue la ‘remontada personal’ que hizo frente a la ‘adversidad’. Con 37 años, cuando fue rechazado…se fue y volvió, en el debut se fracturó…y se repuso a todo …Hizo los 3 goles… Se llevó la pelota… Conquistó otro título con Peñarol… Se lo dedicó a ‘quienes no me querían’. Sin duda: el mejor premio para su tesón. Confieso que me alegré por la persona, por el Tony”.

Lo anterior lo escribió Fernanda Fontes, colaboradora del blog de No + Pálidas. Luego me envió un mensaje personal en el que me decía “Intuyo que en breve sale post de la hazaña de Pacheco y sus 4 actitudes para el éxito…”. Rafael Rubio, otro tricolor y colaborador del blog, también se sumó.

Dudé.

Dudé porque en el blog de No + Pálidas escribimos sobre aquello que todos compartimos, y por lo que todos nos alegramos y enorgullecemos, y no me parece que esté bueno hablar de Peñarol, que es alegría para algunos, pero no para todos.

Dudé porque soy de Peñarol, el martes estuve en el Estadio con mi hijo, y participé de la fiesta, y mi imparcialidad está cuestionada.

Dudé porque tengo un especial afecto por Antonio Pacheco, en parte porque según dicen los que conocen el árbol genealógico de mi familia, tengo un parentesco lejano con una rama de los Pacheco de Cerro Largo con la que Antonio parece que también tiene parentesco.

Quien despejó mi duda fue Enrique, otro tricolor, que me dijo “Por supuesto, Carlos. Antonio Pacheco es el fiel reflejo de las actitudes de No + Pálidas”.

El desafío no es menor. Primero debo dejar de lado a Peñarol en todo esto. Porque Peñarol es una cosa, y Antonio Pacheco es otra, y es sobre él de quién queremos hablar. Segundo, porque se trata de cambiar la óptica y ver a Antonio Pacheco desde otro ángulo, el de las actitudes que inspira el libro No + Pálidas. Aquí van algunos apuntes.

Continuar con lo que nos queda. Le preguntaron a Pacheco si lo peor que le había ocurrido en su carrera deportiva había sido la fractura en el primer partido del Torneo Apertura a fines del 2012 y dijo “No. Lo peor que me pasó fue cuando me dejaron afuera”.

A mediados del 2011 el director técnico y los dirigentes de Peñarol decidieron prescindir de Pacheco. No se le renovó el contrato y quedó en condición de libre. A los 35 años quedó sin equipo, lo que hizo pensar a muchos que quizás era el mejor momento para que se retirase del fútbol profesional.

Pero él decidió mantenerse activo, compitiendo a alto nivel. Decidió continuar con lo que le quedaba y a partir de ahí volver a subir la cuesta. La mejor opción que tenía en ese momento era jugar en Wanderers y lo hizo. Según dicen trabajó a la par del resto del plantel con enorme profesionalismo. No lo tomó como un castigo o un fracaso, sino como una oportunidad.

Superar la adversidad. Un año después de aquel episodio, con un Peñarol que anduvo a los tumbos y un Pacheco que fue estrella en Wanderers, se logró un acuerdo y Pacheco volvió al cuadro del que fue hincha toda su vida. Su debut oficial fue a fines de agosto de 2012, ante Fénix. El equipo había recuperado a su gran capitán y los hinchas a su último gran ídolo, y como si eso no fuera suficiente, a mitad del primer tiempo Pacheco convirtió un gol. Todo pintaba de maravillas, pero ocurrió lo inesperado. Sobre el final de la primera mitad, en una pelota dividida, Pacheco quedó tendido y le dijo al director técnico de Fénix, que era la persona más cercana a él, “Favaro, me fracturé”. La fractura fue de tibia y peroné, con un tiempo de recuperación estimado de 6 meses. Si todo salía bien, volvería a jugar a los 37 años, edad en la que la mayoría de los jugadores están retirados, y además con una clavo en una pierna. Pero él dijo que volvería. Se operó y se sometió a un riguroso plan de recuperación. En todo momento, los médicos dijeron  públicamente que la evolución era muy positiva, pero ahora se sabe que en algunos momentos hubo dudas. Su recuperación fue “poco a poco”. Primero en la piscina, luego en el piso. Más tarde trotó, tocó la pelota y cuando se sintió más seguro participó de picaditos suaves. Un día se anunció que estaba en el banco de suplentes. Otro día ingresó unos minutos. En varios partidos ingresó en los últimos 20 minutos. Cada vez que iba a una pelota dividida, el público se quedaba sin aliento y cuando veía que Pacheco estaba bien, volvía a respirar. Y así siguió. Más adelante, se anunció que sería titular, pero jugaba hasta los 15 del segundo tiempo. Al final del Torneo Clausura, cuando faltaban cuatro o cinco partidos, con 37 años ya cumplidos, se consolidó como titular, jugando los 90 minutos y convirtiéndose en el eje del equipo.

Dos años después de haber quedado fuera de Peñarol y nueve meses después de su fractura, llegó la noche soñada (como repitieron hasta el cansancio los periodistas) por Antonio Pacheco: la final del campeonato uruguayo. Pacheco jugó de manera maravillosa, Peñarol ganó con 3 goles suyos y como él era el capitán del equipo fue quién recibió la copa del Campeón Uruguayo.

Estoy seguro que soñó con esa final. Soñó que él la jugaba, que hacía goles y que se consagraba campeón. Soñó que la hinchada coreaba su nombre y que festejaba con su pequeño hijo Benjamín. Creo que en ese sueño encontró la fuerza para superar la ingratitud de Peñarol y la fatalidad de la fractura y mantener siempre el foco en sus metas.

Este final feliz, nos deja otra lección más: si observamos el último año y medio o dos de la vida de Pacheco, fueron más los momentos amargos que los dulces. Esos momentos amargos fueron escollos que aparecieron en su camino, pero que él los superó, siempre con su sueño por delante. Al final se llevó el mejor premio, el de hacer su sueño realidad.  

La varita mágica. Pacheco es un gran futbolista, que entiende muy bien el juego y es muy inteligente. Hay muchos como él, pero lo que hace la diferencia, es que a ese talento él le agrega actitudes que lo multiplican. Voy a citar dos. Una, es que siempre agradece y eso hace que la mayoría de la gente le desee lo mejor. Un ejemplo es que minutos después de haberse consagrado campeón con Peñarol, él le agradeció a la gente de Wanderers por haberle dado un lugar cuando Peñarol prescindió de él.

Lo otro es que Pacheco tiene una enorme voluntad y pasión. Lo que ha logrado en su carrera futbolística se lo debe más al trabajo y la perseverancia que a su talento natural.

Sus actitudes, además, contagian. Al final del partido contra Defensor Sporting, el recio y veterano Darío Rodríguez, habló sobre Pacheco, y lo primero que dijo fue que le agradecía por todo lo que Tony le había dado. Luego dijo algo muy interesante “Hay personas que nacen con una varita mágica. En cambio Tony es de los que buscan la varita mágica hasta que la encuentran”. 

Foto: segmento de foto de Mariano Alvez (padreydecano.com)

 

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  1. Carlos:
    ¡¡ Chapeau !! Como disfruto leer cosas escritas desde las entrañas y con el corazón…Quién puede ser tan necio de no festejar el logro personal de Antonio Pacheco.
    Creo que si te hubieras permitido ser imparcial , estabas absolutamente justificado.
    Pero por tu condición de escritor y periodista objetivo, lograste lo buscado..en defiinitiva el narrar la mas autentica realidad de los hechos , como tu lo hiciste, te hubiera justificado si te ibas para afuera de la raya.
    AHORA ….BIEN POR “THE BOSS TRICOLOR”….
    Que si hubiera querido , hubiera aplicado censura …jeje….pero no lo hizo.
    Habla muy bien de su inteligencia por que entendió que éste era un fiel caso “NO+P” , y habla de su grandeza porque no sólo te dió el OK , dejando de lado su corazón tricolor, sinó que te dió para adelante y te permitió cumplir un deseo…narrar la noche soñada que viviste con tu hijo viendo salir Campeon a tu querido Peñarol de la manera mas justa y mas inesperada: Con los 3 goles de EL TONY PACHECO ….
    CHAPEAU !!!! MR.CARLOS PACHECO Y MR. BALIÑO !!!

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