Por Enrique Baliño
Estamos a pocos días del Día del Padre, y lo primero que quiero es desearle a todos los padres, por adelantado, un muy feliz día.
Estos últimos días se me dio por revisar algunas de las páginas del libro No + Pálidas en las que hablo sobre mi padre.
En la página 88 escribí: “Siempre admiré a mi padre. Creo que todos los que lo conocen y lo vieron jugar al básquetbol, coinciden conmigo. Fue uno de los pocos uruguayos que ganó una medalla en los Juegos Olímpicos (medalla de bronce en Helsinski, en 1952) y además la obtuvo en básquetbol, más difícil aún. En Uruguay, su equipo fue campeón de Primera División en varias oportunidades y también fueron campeones sudamericanos”.
Luego agregué: “Mi padre siempre fue un hombre de perfil muy bajo. Cuando quieren entrevistarlo para que cuente la hazaña en las Olimpíadas de Helsinski nunca acepta. He tenido la oportunidad de que me contara, en la intimidad familiar, muchas de las anécdotas de sus logros. Pero él siempre me habla de su equipo. Mi padre casi nunca habla de sí mismo. De lo que más le gusta hablar es de la confianza que sentían como equipo, de su compromiso y de su pasión y la de sus compañeros, de cómo se complementaban, de cómo se conocían entre ellos en lo personal. Todos eran distintos, pero honraban las diferencias personales. Me nombra a todos sus compañeros con admiración y resaltando sus virtudes. A varios los conocí personalmente. A la mayoría, solo por sus nombres y sus capacidades, contadas por mi padre y por referencias de prensa. Sin lugar a dudas, un conjunto de individuos que le dieron muchas satisfacciones.
De lo que más le gusta hablar es de la responsabilidad individual y colectiva, de la intensidad de los entrenamientos, de los sacrificios que hacían para llegar a las prácticas y a los partidos”.
Al releer el texto anterior, que escribí en el año 2008 o 2009, quién sabe en cuál de tantos borradores de No + Pálidas, recordé algo muy reciente.
Hace unos pocos días conocí al Director de una empresa importante y me contó cómo llegaron a ser la empresa que hoy son, con los aciertos y los errores. Me contó de las dificultades y de los logros. Él es bastante menor que yo, pero a pesar de eso descubrimos, en el transcurso de la charla, que su padre y mi padre se conocen desde muy jóvenes. Y una cosa llevó a la otra y hablamos un rato sobre nuestros queridos “viejos”. Hablamos de sus formas de ser. De sus gustos y sus logros. De su hombría de bien. De lo que nos han enseñado, con la palabra y más que nada, con su ejemplo. De los valores y de lo que han significado para nosotros. Y de lo que, humildemente, hemos tratado de hacer cada uno en nuestra vida en las posiciones que nos tocó actuar, gracias a sus ejemplos.
Eso es lo que tienen los padres. Dan el ejemplo. Yo he sido un privilegiado. He sido testigo de su huella de buena gente. De su sistemático ejemplo de levantarse después de cada caída, de no darse por vencido, de inculcarme que debía dar lo mejor de mí en todo lo que hiciera. Lo vi dedicarse al trabajo todos los días. Lo vi defender sus ideas con vigor y convencimiento y separar bien claro lo que está bien de lo que está mal.
Mi viejo es un crack dentro y fuera de la cancha.
Por todo eso y por apoyarme siempre, gracias viejo. Feliz día.
Foto: Con mi padre en el Panamericano de Maxibásquetbol (para deportistas veteranos), jugado en Montevideo, en 2008. Mi viejo, con 80 años, integró el equipo de veteranos mayores de 70 años (foto de Dina Davidovics).
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Enrique
Recuerdo a tu padre caminando por la ciudad vieja y yo corriendo de “che pibe” , algo que me llamaba la atención de él, además de respetarlo mucho, porque sabía quien era, Era su prestancia y siempre una sonrisa. Me saludaba siempre bien y yo era muy joven. En esa época jugaba en Waston y tendría entre 17 y 20 y recorriá corriendo la ciudad vieja.
Tu padre, el mio, como varios más fueron ejemplo para la formación de sus hijos y para los amigos como los padres de amigos para nosotros. Fueron trabajadores, siempre esforzándose y siempre rectos y respetuosos y siempre valorando lo que lograban. En base a el padre de cada uno y a los padres de los amigos nos fuimos educando.
Pero tengo amigos, que no tuvieron este tipo de padres, y salieron adelante. Se dieron cuenta que no querían repetir esa vida, y salieron adelante y hoy son padres, como lo soy con errores y aciertos y me pregunto, Che, nuestros viejos, no tenían nada, nos dieron todo (todo de palabra), ¿no habrán sido mejor que nosotros? ¿no nos habrán formado mejor en valores? Creo que esas preguntas no tienen respuestas, diferente época, diferente necesidades y los valores y esfuerzos son los mismos. Si los adquirimos y lo llevamos en la sangre, ese el mejor ejemplo para nuestros hijos y para la felicidad de nuestros viejos.
A ti, a tu viejo, al mio, al de mis amigos, al de nuestros empleados, Felíz Día del Padre
Carlos: es muy cierto todo lo que decís… me encantan las preguntas que hacés … quizás lo que uno ansía es que les hayamos dado a nuestros hijos un poquito de lo que recibimos de nuestros viejos. Y que nos obliguemos aún mas a ser lo mejor que podemos ser …
Quique, conozco tu historia tanto como la de tu padre. Se bien que como yo, pensas que la base de nuestra sociedad esta en esa maravillosa organización que es la familia y se que has hecho un culto de eso. Hemos tenido mucha suerte de poder crecer en ese entorno. De haber más personas como ustedes uno piensa que diferente sería este mundo. Un gran abrazo para vos y tu familia. Feljz día del padre.
Gracias querido Pepe. Todo lo que dijiste aplica para vos y los tuyos. Un fuerte abrazo en este día especial….
Gracias Quique, con tu homenaje a tu viejo, me hiciste recordar al mio, que en otras cosas ,también me marcó mucho, una de ellas es no tirar pálidas en lo posible.Abrazo