“No hay nada más importante para su éxito que las personas de las que elija rodearse” ~ George Raveling
Te aseguro que no hay nada más crítico. Al final de cuentas vas a estar más en una organización a lo largo de tu vida que con tu familia o con tus amigos. ¿Alguna vez te sentaste a pensar con quiénes te gusta trabajar? ¿A quiénes te gusta ver todos los días? ¿Con quiénes te gusta estar? ¿Alguna vez te sentaste a describir las características de las personas con las que podés hacer algo? ¿Algo valioso? ¿Algo con sentido? ¿Alguna vez pensaste en las actitudes de las personas? ¿Esas que no dependen de nada? ¿Ni del clima, ni del gobierno de turno?
Te invito a hacer esa lista a conciencia…tomate tu tiempo, invertí en esa descripción.
Eso fue lo que hice en No Más Pálidas. Escribí lo que, para mí, son las condiciones básicas de las personas con las que quiero estar. Las actitudes que quiero demandar y que me demanden. Porque uno no le puede pedir a los demás lo que uno no es.
Decidí que no quería estar con gente tóxica. Que necesitaba, en mi vida profesional (así como necesito en mi vida personal), seres humanos que me entusiasmaran, que me apoyaran, que me exigieran, que quisieran hacer todo mejor, que no se conformaran con la mediocridad.
Que necesitaba estar con quienes podría imaginar un mejor futuro y trabajar con ellos para conseguirlo. Con quienes sintiera la sensación fantástica de estar en un equipo en serio. Esa sensación de “podés contar conmigo”.
Con quienes dan la cara y se hacen responsables. Con quienes hacen que las cosas pasen, sin excusas.
Cuidado: no “un club de amigos”, sino gente con la que quieras compartir un sueño, sabiendo que va a haber días buenos y malos, que te vas a pelear, pero por lo que sea mejor para el equipo.
Y, ojo, ¡no todos iguales! Al contrario: todos distintos. Muy distintos porque necesitamos ser complementarios. Es allí donde está la magia. Así es como se puede hacer “algo más grande” (como el libro de Gonzalo Noya).
Pero sí iguales en los valores, en las actitudes; esas que no dependen de nada más que de lo más profundo de cada individuo. Ese es el “piso” ético.
Es la magia que puede producir la combinación de lo diferente (habilidades, personalidades, etc.) con lo igual (propósito, valores). Encontrar lo que nos hace únicos, valiosos, porque traemos algo que les falta a los demás… y encontrar lo que es común a todos, lo que nos une, lo que nos identifica. Es tremendamente efectivo.
Conseguir personas así es la tarea más importante. Rodearse de gente mejor que uno es clave. Pero no queda ahí, hay que alimentar todos los días ese ADN para sostener la Cultura Organizacional. Hay que crear los contextos en la organización donde esas actitudes puedan florecer, hablar con las personas para fomentar estas actitudes, reconociendo y corrigiendo. Nada más importante que esas conversaciones. Esas interacciones genuinas, oportunas. En este link comparto una de las herramientas que usamos para observar comportamientos clave y poder dar feedback que nos hagan mejores.
Cada uno de nosotros tenemos que tomar la responsabilidad de fomentar organizaciones sin pálidas (sin quejas, sin excusas, sin pretextos). Porque al final de cuentas, no hay nada más importante, no solo para el éxito, sino para la felicidad, que rodearse de gente que nos complementa, colegas con los que compartimos los logros y con los que disfrutamos el viaje.
Nueva guía de consejos prácticos: “Cómo construir las 4 actitudes para el éxito”
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