Las organizaciones son conjuntos de personas. Son sistemas humanos. Hay sistemas humanos más pequeños (una familia) o más grandes (un país). O mucho más pequeños: un individuo. Vivimos en un mundo de organizaciones, de sistemas humanos.
Lo que distinguen a los sistemas humanos que se desarrollan tiene mucho que ver con sus imágenes del futuro y con sus diálogos.
Cuando trabajamos en detalle en las organizaciones, muchas veces vemos sistemas humanos que están permanentemente en el pasado. O en el presente, en una operación frenética resolviendo problemas, “apagando incendios”. No paran a dedicar tiempo al futuro y a la creación de oportunidades.
En el post ¿Cómo construimos un futuro compartido? explicábamos la necesidad de parar para pensar y diseñar el futuro compartido.
Es fundamental dedicar tiempo a hablar del futuro, que es donde vamos a vivir el resto de nuestras vidas. Más vale que dediquemos más tiempo a imaginar cómo lo queremos y a construirlo así. “El secreto del cambio es enfocar toda tu energía no en luchar contra lo viejo sino en construir lo nuevo” ~ Sócrates.
Algunas verdades de los sistemas humanos:
- Los sistemas humanos son “heliotrópicos”: nos movemos hacia la luz de nuestras mejores imágenes del futuro. Las cosas suceden dos veces: primero en la mente, después en la realidad, por eso es tan importante describir el futuro DESEADO. Tener una “Descripción Vívida del Futuro Deseado” funciona como combustible emocional necesario para emprender el viaje de transformación. Los humanos somos seres emocionales que aprendimos a pensar (no al revés) y nos movemos con combustible emocional. Necesitamos mucha energía emocional para trabajar duro hacia ese futuro. La descripción vívida del futuro deseado, genera ese entusiasmo y funciona como la luz a las plantas.
- Los sistemas humanos se mueven en dirección a los temas que tratan y a las preguntas que se hacen recurrentemente. Dicho “en fácil”: de lo que usted habla, es lo que usted hace. Los de habla inglesa lo dicen de esta manera: Words Build Worlds (las palabras construyen mundos). Por eso es clave hablar del futuro y fundamentalmente de las oportunidades de desarrollo. Enfocarse solamente en los problemas no produce resultados. Por supuesto hay que ocuparse de ellos. Pero esas actividades solo contienen el daño. Lo que permite el desarrollo es enfocar las conversaciones en forma casi obsesiva en la identificación de oportunidades (futuro).
- La naturaleza epidémica de los comportamientos: contagiamos con nuestra palabra, con nuestras acciones siendo conscientes o no. Si estamos hablando todo el día de los problemas y del pasado, en “modo” queja permanente, etc, somos una máquina de contagio y por ende, de destrucción. Lo que primero contagiamos es lo que más queremos (familia, amigos). E inmediatamente a nuestros colegas de la organización. Las pálidas se contagian muy fácil. La buena noticia es que también se contagian los comportamientos opuestos (el foco en las oportunidades, en ver todo lo que se puede hacer, en dedicar su esfuerzo a la construcción permanente, etc.). Es cierto que esto último requiere mucho más esfuerzo: requiere liderazgo. ¡Pero también se contagia!
En resumen:
- Si dedicamos energía a definir el futuro deseado en una descripción vívida provocativa, energizante, posible, atractiva, nos vamos a mover hacia esa luz.
- Si hablamos en forma sistemática sobre la identificacion de oportunidades, nos vamos a mover hacia las oportunidades.
- Contagiamos lo que hacemos y lo que no hacemos en todos los que nos rodean.
Los puntos 1 y 2 son decisiones. Dependen pura y exclusivamente de cada uno de nosotros. Tenemos ese magnífico poder en nuestras manos. Tenemos las palabras, tenemos el poder. Y sabemos que contagiamos.
¿Qué vamos a contagiar hoy?
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