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Los gigantes no son tan fuertes y poderosos como parecen

En su libro “David y Goliat” el periodista y escritor canadiense Malcolm Gladwell narra varias historias que muestran como aquellos aparentemente pequeños y débiles se imponen a los grandes y fuertes. Su libro, según explica en las primeras páginas es sobre “lo que ocurre cuando la gente normal se enfrenta a gigantes. Con ‘gigantes’ me refiero a oponentes poderosos de todo tipo: ya sean ejércitos y guerreros imbatibles; ya sean la discapacidad, la desgracia o la opresión”. 

Gladwell reescribe y analiza la famosa historia de David y Goliat, que integra el Antiguo Testamento. El ejército filisteo llevaba un asedio de más de 40 días al ejército israelita. Agotada la paciencia de los filisteos, ofrecen resolver el conflicto en un combate individual: el mejor de los soldados filisteos contra el mejor de los israelitas. El ejército del combatiente derrotado, debía rendirse.

Los filisteos enviaron a Goliat, un soldado gigante de 2.90 metros de estatura, muy fuerte, con tres armas, y con una cota de malla de cobre que protegía todo su cuerpo y pesaba más de 50 kilos. Al verlo, ningún soldado israelita se ofreció para el combate. Quien lo hizo fue un simple pastor, de la tribu de Judá, llamado David. El Rey Saul, se negó al principio pero luego aceptó y le ofreció a David sus armas para que lo enfrentara en las mejores condiciones. Pero David no llevo ni armas ni protección: sólo unas piedras y una honda. Se acercó al lugar del combate y a prudente distancia le lanzó a Goliat una piedra que le hundió la frente. Luego usó la espada de Goliat para matarlo.

David representa al pequeño y débil que usa su habilidad con la honda y el factor sorpresa para derrotar a un rival muy superior a él. Sin embargo, Gladwell agrega un matiz que permite ver algo más: todos los gigantes, los fuertes, tienen su punto débil. En apariencia son muy superiores, pero si se observa con más detalle, no siempre es así. En el caso de Goliat, varios investigadores creen que su enorme tamaño era resultado de una enfermedad llamada acromegalia, causada por un tumor benigno localizado en la glándula pituitaria que provoca una superproducción de la hormona del crecimiento. Uno de los efectos secundarios es la visión deficiente. Esto explica que Goliat no haya visto el ataque de David. Por más rápido que le haya lanzado la piedra David, si Goliat hubiera tenido buena vista, se habría cubierto la cabeza, cosa que no hizo. En conclusión, Goliat era un rival muy poderoso en un combate cuerpo a cuerpo, de corta distancia, donde su vigor físico se podía imponer y su deficiencia visual no era una desventaja. Pero llevado a otro tipo de combate, era muy inferior. 

En setiembre de 2013, Gladwell brindó una charla en TED Salon, donde resumió esta historia. Al final dice:

“Así que los israelitas que están en el cerro lo miran pensando que era un enemigo extraordinariamente poderoso. Pero lo que no entendían era que lo que parecía ser la fuente de su aparente fortaleza era también la causa de su enorme debilidad.

Y ahí, creo yo, radica una lección muy importante para todos nosotros. Los gigantes no son tan fuertes y poderosos como parecen. Y, a veces, el joven pastor tiene una honda guardada en su bolsillo”.

Para escuchar la charla en TED Salon (tiene subtítulos en español) haga clic en este link. 

 

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Imagen: Malcolm Gladwell en TED Salon, setiembre 2013. 

 

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